domingo, 16 de diciembre de 2012

Amor vs. El más fuerte



“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros.”

Pero, ¿cómo armonizar esto con un discurso que propugna: “la supervivencia pertenece al más fuerte”? Según esta ley de la naturaleza, ¿por qué ayudar al desvalido, proveer de sustento al necesitado o de cura al enfermo? Cuando el ser humano confunde al prójimo con el enemigo está perdido. Cuando vive para ganar. Cuando quiere ser por encima de los demás.
La supervivencia, más aún, vivir de forma plena, pertenece a quien sabe amar y sabe ser amado. El que no conoce el amor sobrevive aferrado a las cosas y busca su aliento en el hecho de tener aún más cosas, pero el que ama vive para un propósito que lo supera. Lo trasciende. Lo eleva. Porque el amor no es una cuestión intelectual o un sentimiento producido por el pensamiento reduccionista de cierta química materialista. El amor es una cuestión vital y la fuerza más poderosa del universo. Un regalo de naturaleza inabarcable que se escapa de cualquier probeta, laboratorio o mente brillante. Aparece en los lugares más remotos, acude al rescate en los momentos más inesperados y crece en las personas más diversas. Es incontrolable. Indomable. Incomprensible y hasta irracional. Es capaz de transformar el temor en sonrisa, cubrir al desnudo, alimentar al hambriento y dar vida al abatido. Sólo un receptor humilde, que ha enterrado su ego y ha decidido nacer de nuevo, puede convertirse en el lazo que amarre a las personas que le rodean a la fuente Sobrenatural de este don. Así se manifiesta el amor, dádiva divina. No podemos contenerlo, tan sólo somos vínculos que permitimos mediante nuestras decisiones que éste fluya o deje de hacerlo. La invitación a aceptar ese amor es real y llega hasta ti hoy. La propuesta no es una amenaza, es una promesa. Las consecuencias no se quedan aquí, son eternas.
“Y éste es el mandamiento: que viváis en este amor, tal como vosotros lo habéis escuchado desde el principio.” - 2 Juan 6

jueves, 1 de noviembre de 2012

Progreso y Bondad



El progreso no sólo significa cambiar, sino cambiar para mejor. ¿Ricos más ricos y pobres más pobres es progreso? ¿Desigualdades cada vez mayores es progreso? Avanzamos en tecnología y ciencia, ¿pero vivimos en progreso? A un filósofo le preguntaron: -¿cuál es la máxima virtud?-. -La bondad-, respondió. -¿Por encima de la inteligencia?-, le cuestionó el periodista. -La suprema inteligencia se llama bondad-, respondió el filósofo. 
Si el progreso es cambiar, pero cambiar para mejor, la bondad tiene mucho que decir en nuestro mundo; y tú, que eres quien puede compartirla con cada persona, puedes empezar a marcar la diferencia. Si el amor nos inunda, cambiaremos, y cambiaremos para mejor. Entonces, progresaremos.