(foto en el taller tras sacar de la cuneta al coche)
Este artículo no tiene mucho que ver con la comunicación, tampoco con la publicidad y ni si quiera con la iglesia.
Ayer tuve un accidente y el Señor me visitó. A pesar de quedarme boca-abajo con el coche y dar dos vueltas de campana y caer a la cuneta... no tengo nada, estoy sin un sólo rasguño. Tengo un leve esguince cervical pero el Señor me cuidó como a la niña de sus ojos...
Escribo porque quiero decirte que cada momento, cada respiración, ya es un milagro. Es una oportunidad para acercarte más a Dios, para intentar buscarlo, para querer estar a su lado. Este mundo no es lo que debería ser, no hay que ser muy listo para darse cuenta de que algo está fuera de control, de que no tenía que ser así y muchas cosas fallan. A pesar de todo, estoy feliz, contento. El policía que me acompañó tras el accidente al ver el coche me preguntó por mi fecha de nacimiento, y le dije que era el 14 de diciembre. Él me respondió que me apuntase el 12 de marzo también porque había vuelto a nacer. La palabra que más escuché tras el accidente de toda la gente que paró a ver qué había pasado fue... "milagro".
Algunos pensarán que fue la fortuna, el destino, la suerte... Yo creo que Dios estuvo allí, conmigo, protegiéndome de que el techo del coche no me diese a mí sino que se quedase en el centro del coche.
Doy gracias a Dios porque hoy estoy vivito y coleando por Él.
Doy gracias porque vuelvo a nacer.