jueves, 31 de julio de 2008

Ni siquiera una sonrisa, ni un hola qué tal


Lo cierto es que las iglesias son, o por lo menos deberían ser, las “embajadas” divinas aquí en la Tierra. Somos una “empresa” por Cristo y para el mundo, cuyo fin es divulgar, hacer conocido ese regalo tan grande de la salvación. Ese es el “producto” que como “comerciales” divinos de trabajo y vida nos toca transmitir. Tenemos con nosotros al Jefe de los Jefes y un plan de empresa incomparable tejido desde el principio. Como ejemplo se nos ofrece la vida de un Maestro que nos enseñó cómo vivirla y la ayuda del Espíritu Santo que toca el corazón para hacernos más fácil el trabajo. 

En relación con el artículo anterior del lenguaje corporal y con lo que acabas de leer, hay algo importante que tiene mucho que ver: la primera impresión. Algo simple, que dura unos pocos segundos, pero que definirá la imagen que genere la persona que tenemos delante sobre nosotros. Esto es fundamental en una empresa, y más, en la mayor empresa con el mejor producto del mundo mundial. 

Es triste que a veces alguien entra a nuestra iglesia por primera vez y ni siquiera una sonrisa, ni un hola qué tal sale de nuestra boca ni de la de los “recepcionistas” o diáconos, ujieres o ancianos en nuestro caso. Hemos de cuidar ese comité de bienvenida que suele tener buena intención, pero que el resultado no es el deseado. He visto en muchas ocasiones el trato de algún “recepcionista” a una visita que por primera vez entra a la iglesia y bueno… digamos que no todos tienen el don para recibir a las personas y regalar fácilmente una sonrisa. ¿Qué pensará esa persona sobre nuestra empresa y todo lo que ello conlleva?

Hasta para esto Jesús tiene unas palabras. A lo largo de Mateo 10 Jesús da instrucciones a sus discípulos, a sus “comerciales” de aquel momento, y en el versículo 12, dirá: “Al entrar en la casa, saludad”. Jesús está diciendo, dad una sonrisa, decid un hola qué tal. Muchas veces eso nos falta, esa primera impresión tan básica nos falla y perdemos una hermosa oportunidad de presentar un producto que no caduca y que puede cambiar el futuro eterno de esa persona. 
Personas imperfectas, vulnerables como tú y como yo somos invitados a ser los pies y las manos de Cristo, que nos quiere tal y como somos, confía en nosotros y nos quiere todavía más para decirnos que esto no se acaba aquí y que no nos va a dejar en este mundo roto. Hasta que el gran día llegue, devolvamos a Jesús esa confianza llena de frutos, y por qué no, saludos y primeras impresiones que hagan de nuestra empresa la que Jesús tenía pensada para el mundo.

☺ Hola ¿qué tal?.

miércoles, 30 de julio de 2008

Tu cuerpo habla, ¡y mucho!


Comunicación es igual a: Publicidad, programas de TV, Radio, Prensa, Internet, móvil, hablar, bla bla bla. Correcto, no hemos fallado, pero… en muchas ocasiones nos olvidamos que nuestro cuerpo comunica, y mucho. 
Cuando miento, mi madre se entera -¿cómo?. Cuando estoy enfadado, mi hermano lo nota - ¿qué te pasa?. Cuando veo a un político – mmmm… ¿Calificarías esto de intuición, corazonada, presentimiento? Puede ser y desde el punto de vista técnico lo podríamos llamar la capacidad para leer las claves no verbales de otra persona y compararlas con las señales verbales. En muchas ocasiones, aunque las palabras quieren decir una cosa, el gesto y el cuerpo transmiten otra muy distinta.

Aseguran los investigadores que el impacto total del mensaje verbal, es decir, las palabras, suponen un 7%,  el tono de voz y los matices 38% y un 55% el mensaje no verbal (los gestos, la actitud, las expresiones). Además, afirman que el componente verbal de una conversación cara a cara es menor al 35% y que más del 65% de la comunicación es de tipo no verbal. 
Podríamos decir así que el canal verbal proporciona principalmente información, mientras que el canal no verbal expresa actitudes. En la parte más social de las personas, en su convivencia, en las relaciones con otras personas el cuerpo habla a cada momento. Una mirada que mata, rascarse la nariz o taparse o tocarse los labios al mentir, cruzar los brazos a la defensiva, tocarse el pelo repetidas veces queriendo ser querido…
Y este tipo de comunicación que discurre innatamente, sin previo aviso dice tanto de nosotros que hemos de tener cuidado y procurar buscar la coherencia entre lo que se piensa y lo que se dice, porque los gestos hablan y proporcionan la imagen que la gente tendrá de nosotros. Así, saber interpretar y saber hablar con el cuerpo nos ayudarán a comunicarnos.

Pensando sobre esto, se me ocurren algunas preguntas: ¿cuánto bueno o malo dicen mis gestos de mí?, ¿cómo puedo aplicarlo a mi vida cristiana?
Y tenía en la mente el pasaje de Marcos 1:40-45, que cuenta que un leproso se le acercó a Jesús, y reconociendo su condición de leproso y reconociendo que Jesús podía curarle aún con decir una sola palabra; Jesús extendió su mano y lo tocó y le dijo estas maravillosas palabras: "Quiero, sé limpio".
Jesús no sólo habla, también mueve sus manos, tiene gestos que interpretar y que comunican mucho. Jesús extiende su mano, e imagino que para el leproso, esto, más que mil palabras o un sermón, es lo que le comunica, le tranquiliza y le hace saber que va a ser curado. Imagino la cara del leproso, una persona considerada sucia por fuera y por dentro, un desecho social. Imagino la cara del leproso cuando Jesús tiene ese gesto. Qué sonrisa, qué sorpresa, qué bendito gesto de salvación.

Cristo, hasta en lo más mínimo, es el ejemplo de la perfecta comunicación. 

Sabemos y conocemos sus palabras, su información, y con eso me basta y sobra para creer en él; pero por desgracia nos hemos quedado sin su tono de voz, sin toda esa comunicación no verbal. ¿Cómo sería que cientos y miles de personas lo seguían, escuchaban en el monte y se maravillaban en las sinagogas?

Jesús era coherente entre lo que pensaba su mente, destilaban sus palabras y decían sus gestos. Espero que nos demos cuenta de la importancia de una mirada, de un guiño, de una expresión, y veamos en ese gesto de extender la mano una clave de la salvación. De hecho, Jesús, así murió, con los brazos extendidos, con un gesto eterno de amor.

lunes, 28 de julio de 2008

Mi “Yo Digital”


Mi nombre es Samuel, soy ecopublico.blogspot.com. ¿Qué?
Mi nombre es Marta, soy marta.fotolog.com. ¿Cómo?
Me llamo Javier, soy javier.facebook.com. ¿Eh?

En el anterior artículo comentábamos entre otras cosas el surgimiento, la creación de un nuevo contexto de comunicación. Si hoy deseas conocer a alguien, no basta con mirarle a los ojos y hablar un rato con esa persona. Has de teclear para descubrir quién y cómo es dicha persona. Este nuevo espacio no sólo afecta a adolescentes en la “edad del pavo” que van conformando y buscando su identidad, sino que tal movimiento invade a cualquier edad y estrato social, tan sólo hace falta un ordenador, ni si quiera saber gramática ni ortografía.


El Yo Digital es hoy ya una parte de nuestra identidad, una parte complementaria de nuestra vida. 
La tendencia ahora es ir a lo real, mostrarse tal y como se es en la vida diaria, a diferencia de lo que pasaba hace unos años, en los que se creía en los avatares y otros disfraces de la identidad propia. Recuerdo aquel MSN que se quemaba por el tiempo usado y las mentiras y deseos dichos en él. Era fácil, muchas veces no conocías a la persona con la que hablabas, ella tampoco te conocía y esto te daba la oportunidad de crearte tu otro Yo, ese deseado, ese chico nacido en Italia que sabe italiano y que a los 8 años tuvo que marchar a Argentina por el trabajo de sus padres y que todavía conserva ese acento, pero que hace 2 años reside en España; que mide 1,80 y de complexión atlética y moreno.


Esa era la tendencia pasada, actualmente los blogs destilan el ser de uno mismo, en algunos casos hasta sus problemas, preocupaciones, sueños, necesidades o pesadillas. Nuestro Yo Digital se ha convertido en una ventana al mundo, en el diván particular sobre el que deslizarnos y descargar de manera pública lo que llevamos más adentro.
Resulta curioso cómo ese nuevo ser que se está conformando en nuestra era digital hace junto con una máquina y mediante ella su propio ser. Siguiendo la línea de ficción literaria de los años 80, ya no sé si somos los humanos los que tenemos el poder sobre las máquinas o son ellas las que nos han robado la razón y estamos sometidos a su flujo y dependencia. En cualquier caso, espero que ese Yo Digital que todos comenzamos a tener no se apropie del Yo Humano y razonable que puede decidir y posee única individualidad frente a los demás.

Si queremos comprender a nuestros jóvenes, si queremos entendernos a nosotros mismos, hemos de descifrar ese Yo Digital. Si pretendemos acercarnos a los jóvenes en nuestras sociedades juveniles y saber qué es lo que les pasa, cuál es su vida tras la mañana y actividades en la iglesia, hemos de desglosar su Yo Digital que en muchas ocasiones alberga otra cara a la mostrada, ese otro Yo, esa bipolaridad del Ser Humano.
Me he llevado muchas sorpresas como joven al mirar ese Yo Digital de amigos y hermanos que por desgracia muestran al mundo su Yo más alejado de Cristo, su Yo que encaja más en el mundo y que no les incomoda la vida.

Concluyo haciendo un guiño a Freud: El Ello, el Ego y el SuperEgo se confunden, no se limitan ni se atienden; las pulsiones ganan a la razón y la moral queda supeditada a las necesidades sociales y de grupo. Querido Freud: Ello, Ego y SuperEgo tienen un amigo nuevo, Mi Yo Digital.
Ojalá nos demos cuenta de la importancia que esto conlleva y de cómo puede llegar a afectar al ministerio cristiano.
Ojalá podamos actuar y que cualquiera de nuestros YOs se empapen de Cristo y sepamos empapar a los demás también.

Mi nombre es Samuel, soy cristiano.

viernes, 25 de julio de 2008

Publicidad y Educación II

(te recomiendo que leas antes "Publicidad y Educación I")
¿Verdaderamente influyen los medios de comunicación?
Como bien hemos dicho, publicidad es un concepto que va unido a medios de comunicación masivos, entendiendo por estos Internet, televisión, prensa… De esta manera, no podemos hablar de publicidad sin hablar de su trampolín hacia la sociedad, del que hace posible esa retroalimentación en el proceso comunicativo. 
Las teorías de la comunicación se iniciaron desde los años cincuenta con un simple estímulo-respuesta; pasando por una sociología de la comunicación y su “quién dice qué, en qué canal, a quién, con qué efecto”; superando determinismos tecnológicos como los de Shannon y Weaver en la que se asegura que “el medio es el mensaje”; y llegando finalmente hasta un modelo básico de comunicación que nos interesa citar. ¿Y qué tiene que ver esto con la educación y la publicidad? Tiene que ver porque en este modelo básico de la comunicación aparecen elementos tales como el emisor, aquel que inicia el proceso; el mensaje; el código o lenguaje que se usa; el canal o medio por el que discurre; un contexto de recepción que se refiere a la situación de la persona que recibe el mensaje, su hogar, su entorno, su ambiente; y por último el receptor, la persona hacia la que va dirigida la información. 
Hay por tanto un contexto de producción del que como meros espectadores de estos medios masivos poco podemos controlar. Pero a su vez existe un contexto propio de recepción en el que la educación que se haya recibido o impartido, entre otros factores, será esencial para crear un contexto adecuado, crítico, y como venimos defendiendo, de reflexión ante todo lo que pueda llegar a nuestros sentidos. Esto nos importa porque la publicidad educará dependiendo en parte del contexto en el que se reciba. 
Quiero decir con todo esto que como educadores, debemos estar atentos no sólo de lo que la publicidad dice y gastar palabras asegurando sus defectos, sino cuidar ese contexto de recepción que podemos controlar y que en muchas ocasiones tiene la clave para interpretar un anuncio de forma correcta o de forma incorrecta, haciendo esta última que verdaderamente la publicidad se convierta en algo destructor. Algunos autores llaman a esto educar en lo interpretativo. Los medios construyen y seleccionan para el individuo el universo de los hechos y acontecimientos a los cuales debe de prestarle atención. A colación, la publicidad puede crear el mundo o sustituirlo pretendiendo hacer ver al receptor que la realidad es la realidad mediada. La capacidad de los medios sobre el individuo es inmensa.
Ante todo eso, la manera de responder a esa vasta influencia de los medios de comunicación es conociendo la codificación de los mensajes, y, en relación con todo lo dicho, creando un espacio de recepción adecuado. Porque no depende absolutamente de qué dice o cómo lo dice el anuncio, sino de qué interpretas y cómo lo interpretas. Lo primero se escapa de nuestra mano, lo segundo lo decidimos nosotros.


¿Hay relación entre publicidad y educación? 

Espero que todo lo que se ha dicho hasta ahora sirva para ir construyendo una opinión consistente y para que percibamos cuánto tenemos en nuestra mano para poder hacer. Considero necesario presentar algunos datos que enlazan lo que los medios masivos en clave publicitaria proveen y lo que como individuos recibimos. 
Se estima que un niño recibe durante el año académico unas 980 horas de clase, y ve la televisión unas 1.340 horas. Al ingresar en la universidad, el receptor ha estado 11.000 horas en clase y más de 22.000 delante del televisor, de las cuales, 5.000 estuvieron ocupadas por 350.000 anuncios comerciales. Este mismo niño, a sus 15 años ya ha visto 13.400 asesinatos en televisión, el medio masivo por excelencia, aunque a pasos agigantados Internet se convertirá en el rey de los medios. Algunos investigadores opinan que el responsable de la agresividad no son los contenidos en sí, sino el contexto de recepción, las horas expuestas frente a esto. 
Todos los datos ofrecidos, nada alejados de una realidad que en mayor o menor grado vivimos, responden por sí mismos a la pregunta de si los medios influyen y si existe relación con la educación. El niño de hoy, ya no nace con un pan bajo el brazo, sino con un ordenador y un televisor bajo los brazos, y además lleva un videojuego y un móvil en cada una de sus manos. Los sociólogos hablan de un nuevo modelo de persona marcada por un individualismo galopante. Como educadores debemos ser capaces de reciclarnos y comprender la era de la comunicación. Sólo a partir del conocimiento y la comprensión de este nuevo espacio podremos actuar como auténticos educadores. Sólo conociendo la codificación de los mensajes y dando claves de interpretación para con nuestro contexto de recepción podremos hacer frente a este reto que se extiende ante nosotros. 


¿Es la publicidad un fenómeno social?

Teniendo en cuenta lo dicho, hay un punto que aportará más cimiento a la opinión que estás formando. La publicidad también se establece como fenómeno económico en nuestro orden mundial. No es este un punto relevante en nuestro estudio pero sí considero importante decir que la publicidad ejerce de estimulante comercial y las inversiones que se hacen en ella son de millones y millones de euros. Esto es interesante porque nos permite vislumbrar que si se invierte es que hay interés, y ese interés viene fundado sobre una publicidad llega a donde tiene que llegar, al receptor, cumpliendo en él su función e influyendo en su conducta. La publicidad, funciona, y los números son nuestro aval para afirmarlo. Ésta es el evangelio del consumo. 
A parte de este hecho, la publicidad tiene una gran influencia social. Este ámbito es el más destacable y lo observamos desde nuestro punto de vista, el de receptores. La publicidad es una industria cultural; fabrica mensajes, información y modelos de conducta; tiene consecuencias culturales; transmite conocimiento. La publicidad posee una función reproductiva, y como asegura Gurrea, notable publicista y escritor, “no hay nada más parecido a un espejo que la publicidad”. También posee una función transformadora pues la publicidad tiene fines sociales, educa, sensibiliza y conciencia. 
Por tanto, la publicidad es determinante en la vida diaria tanto económica, como sobretodo, socialmente. Y así también, internamente la publicidad posee una doble concepción que nos atañe. Desde una perspectiva económica, el llamado Advertising, el puro negocio. Y desde una perspectiva social y cultural, la cual refleja y al mismo tiempo articula nuestra cotidianeidad. Desgraciadamente son pocas las veces en las que la propia publicidad se articula para trabajar aunando estas dos perspectivas. Según la mitología, el dios griego Jano poseía dos rostros: uno narcisista, que buscaba su propio beneficio; y otro más social y cultural que miraba por los demás. La realidad de la publicidad es que en muchas ocasiones sus dos rostros no se complementan, sino que se ignoran, y hace de ésta un puro negocio que desorganiza nuestra cultura en vez de mirar por ella y por la educación de los suyos. La publicidad debería asomarse a la sociedad para descubrirla, interpretarla y estructurar los efectos socio-culturales que subyacen de sus acciones, ya que inyecta valores a la sociedad, modelos de conducta y un largo etcétera. 


¿Educa la publicidad?

Sin perder el hilo de lo ya expuesto, hay una serie de mitos en la publicidad que es necesario conocer para poder construir un buen contexto de recepción y decodificar los mensajes, sabiendo, como hemos dicho antes, que la publicidad hace ver al receptor que la realidad es la realidad mediada, y teniendo en cuenta que es una industria cultural. Como tal, genera mitos que siguen teniendo plena vigencia en la sociedad de hoy porque encuentra en estos una orientación, unidad y sentido que le permite seguir adelante. Presentamos algunos de ellos sin extendernos en su descripción:
Mitos de la limpieza o blancura extrema. El de la novedad, “renovarse o morir”. El mito de la eterna juventud. El mito de lo sexual o goce erótico como supremo horizonte, el cual está más que usado como telón de fondo en los anuncios y que genera arquetipos de belleza irreales y semi-divinos. El mito encarnado en productos, o por último los mitos musicales, recogiendo valores y tendencias que esconden tras de sí los nuevos héroes que encarnan los modernos mitos. Habrá pues que desenmascararlos y someterlos a crítica, y como educadores, advertir de estos en nuestro contexto.
Cierto es también que cuando la publicidad no sólo se mira al ombligo sino que levanta sus ojos y le permite ver a su otra cara, ésta llega a trabajar en valores educacionales como la paz, la igualdad de sexos, el cuidado ambiental, la educación para la salud, campañas viales, etc…
La publicidad fluye por los medios e indudable e inevitablemente afecta al desarrollo de nuestras facultades sea para bien o para mal. Si partimos de la idea de que somos un amalgama de genes y ambiente, y de que todo lo que llega hasta nosotros se compromete en nuestro desarrollo como seres sociales e hijos de Dios, hemos de cuidar no sólo nuestro contexto de recepción ni nuestra educación interpretativa, sino el estar en continua conexión con unos valores e intenciones provenientes de lo más alto. Como dijo el apóstol Pablo: “Examinadlo todo y retened lo bueno”; será una máxima en ese desarrollo y educación que no acaba en esta tierra. 


Conclusión

Es obvio que los efectos de los medios masivos de comunicación son importantes sobre el individuo que se expone a ellos, y que la publicidad se difunde cargada de partículas que pueden dañar nuestro organismo. A pesar de todo, siguiendo la metáfora inicial, debemos tener especial cuidado en ese contexto de recepción que podemos controlar, educar en lo interpretativo y procurar que todo lo que llegue sea para honra del Creador, filtrando aquello que resulte molesto en ese camino.
Finalizando este artículo que desde mi humilde opinión se ha ido configurando, espero que seas tú el que tome la decisión y responda a las preguntas planteadas en función a los datos e ideas expuestas.

Publicidad y Educación I


El aire que respiramos es un compuesto de oxígeno, nitrógeno y publicidad”. Lo dijo Robert Guérin hace medio siglo, y seguro que en aquel momento no era consciente de la trascendencia de sus palabras, de la razón que estas albergaban y de la nueva fórmula que iba a marcar y marca nuestros pasos y respiración en la vida.
Mediante este artículo pretendo demostrar la relación tan intensa que se establece entre publicidad y educación, tener una idea clara de ambos conceptos, y poder responder con una actitud crítica y reflexiva; con el objetivo de poder filtrar las partículas contaminadas que flotan en el aire y que dañan nuestro desarrollo como seres humanos, y desde una perspectiva cristiana, como hijos de Dios. 
Actualmente los medios de comunicación o de masas son el soporte y trampolín para la publicidad que inunda cada rincón como si de una pandemia se tratase. La única forma de escapar a ésta es dormir. Convivimos con la publicidad, nos desarrollamos con ella, y por lo tanto, sin obviar nuestros principios cristianos, nos situaremos desde una posición analítica marcada por la reflexión y no desde una perspectiva que considere a la publicidad como demoníaca y transformadora. 


Publicidad y Educación: aclarando conceptos
Publicidad

Hay decenas de definiciones sobre la publicidad, unas más acertadas y otras quizás un tanto incompletas; recogiendo algunas de ellas y sin otro fin que aclarar el concepto y tener una idea sólida de lo que es, entenderemos por publicidad un proceso de comunicación encargado, basado en estrategias persuasivas transmitidas a través de medios masivos o selectivos, donde el anunciante, siempre identificado, tiene como objetivo informar o influir en la conducta del receptor. 
También se le procura adjudicar una fecha desde la que partir y darle historia al concepto. Se habla de que ya en la antigua Grecia y Roma encontramos vestigios de la publicidad persuasiva en soportes populares, o que como instrumento económico que promueve la demanda su inicio está en Inglaterra en el siglo XVIII. Pese a todo esto, me atrevo a lanzar una nueva hipótesis sobre el comienzo de la publicidad que hasta ahora no he escuchado. Elena G. De White en su libro de La Educación, pág. 24, hablando de Génesis 3:1-6, donde se nos relata la desobediencia de Adán y Eva, dice lo siguiente: “… Aunque Satanás decía haber recibido mucho bien por haber comido del fruto prohibido, ocultó el hecho de que a causa de la trasgresión había sido arrojado del cielo. Esa mentira estaba de tal modo escondida bajo una apariencia de verdad, que Eva, infatuada, halagada y hechizada, no descubrió el engaño…”. ¿Qué ejemplo de publicidad más claro que este se nos puede ofrecer? ¿Producto a vender? El pecado, la muerte; ¿Forma persuasiva en la tentación? Presente y perfectamente descrita por Elena G. De White: escondida bajo una apariencia de verdad, que Eva, infatuada, halagada y hechizada; ¿Medio selectivo? En el perfecto Edén, un árbol especial, una serpiente que comunica; ¿Anunciante? Satanás; ¿Objetivo influir? Sin duda, desviar a la obra maestra de Dios de sus perfectos caminos. ¿No es esta una magistral y primera acción publicitaria de la cual se tenga constancia?
Lo cierto es que, y salvando esta pequeña anécdota como ejemplo, es preciso llegar a los años cincuenta, después de la Segunda Guerra Mundial, para encontrarnos con la publicidad tal como hoy la entendemos, usando los medios masivos de comunicación que hoy rigen y dirigen. No es que lo anterior no sea publicidad, sino que hoy por hoy, y para su análisis en este pequeño ensayo, debemos entender que publicidad es un concepto que va unido a medios de comunicación que son los que hoy encontramos, que son con los que hoy convivimos. Pero teniendo ya una idea clara de lo que supone publicidad, será más tarde cuando hablemos de los medios de comunicación masivos y su tremenda relación con todo esto.


Educación

Como hemos comentado al principio de este artículo nos situamos desde una postura en la que no podemos obviar nuestros principios cristianos, y por lo tanto, la definición que le adjudicaremos a la educación estará dentro de estos parámetros. 
Acogiéndonos a palabras de Elena G. De White, entenderemos por educación el proceso que abarca todo el ser y todo el período de la existencia accesible al hombre, en el que se produce el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Éstas preparan para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero. Recordando unas palabras del apóstol Pablo y en añadidura a esto, como dice en una de sus cartas en Colosenses 3: “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Teniendo esto claro y sabiendo que cada acción que desarrollemos debe ser para el Señor y no debe separarse de la rectitud de sus caminos dentro de nuestra visible humanidad caída, afrontamos las siguientes preguntas: ¿verdaderamente influyen los medios de comunicación?, ¿hay relación entre publicidad y educación?, ¿es la publicidad un fenómeno social? finalmente, ¿educa la publicidad?.