
Hay un término en Marketing "Clientes evangelistas" que se refiere a: aquellos clientes que son usuarios de un producto o servicio y que publican a los cuatro vientos, a sus amigos, compañeros de trabajo, familia, lo bueno que es el producto. Es decir, creen y depositan su confianza en ese producto y lo recomiendan con ímpetu.
Philip Kloter, el gurú de la publicidad asegura: "Centrar las estrategias publicitarias en el cliente y el estar en boca de todos es la herramienta de marketing más poderosa".
Jesús vino para predicar las buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos... Esto es lo que Jesús ofrecía, regalaba, daba. Era su "producto" cual no se puede comparar con ningún otro.
Lo curioso es que si echamos un vistazo tiempo atrás, Marcos escribe sobre este ministerio de Jesús y en el primer capítulo (y en muchas más ocasiones a lo largo de su libro), ya encontramos algo interesante relacionado con lo que al principio hemos dicho. Tras sanar a un leproso, el escritor dice que éste "... comenzó a publicar y a divulgar el hecho ...". Aquí se registra el primer "cliente evangelista". Es decir, a los cuatro vientos este que había sido tocado por el divino "producto" no hizo otra cosa que publicar su experiencia, su realidad. Así entendemos las palabras de sus discípulos a Jesús: "Maestro, todos te buscan".
Los cristianos deberíamos tener ese ímpetu y pasión al contar nuestra experiencia, nuestra realidad con ese toque divino. Hemos de ser esos instrumentos útiles para que podamos decirle: "Todos te buscan".
Somos parte de La Gran Estrategia de Comunicación.
Está en nuestra boca hacerlo o no.
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